La lluvia de estrellas
Cuento de los Hermanos Grimm
Había una vez una pobre huerfanita que estaba completamente sola en el mundo. Lo único que poseía era su pobre vestimenta y un mendrugo de pan seco, que una buena persona le había dado. Apretando contra sí su mendrugo de pan con la manita iba por los campos confiando en la providencia del Señor.
Un día pasó cerca de un pobre que le dijo con voz débil:
- No he comido en dos semanas, podrías darme un poco de pan?
- Claro que sí! Aquí tienes!- le respondió ella. Y le regaló lo que le quedaba del mendrugo de pan.
Siguió caminando y encontró a una niña que se lamentaba:
- Tengo frío y dolor de cabeza, si tan solo tuviera un sombrero...
- Aquí tienes!- respondió la huerfanita ofreciéndole el suyo.
Apenas dio unos pasos se encontró con otra pequeña que también estaba entumecida. La huerfanita, que era buena y generosa, no se lo pensó dos veces y enseguida se quitó su abrigo para ponerlo sobre los hombros temblorosos de la otra niña.
Poco después, la niña se encontró con una niña sin falda y de nuevo no dudó en quitarse la suya y ofrecérsela a la otra.
Cuando llegó la noche, ya solo llevaba puesta la camisa pero se encontró con otra niña más pobre que todas las que había encontrado hasta aquel momento, a la que le faltaba justamente esa última prenda. Una vez más, la huerfanita decidió ayudar a la pequeña y así pues, le ofreció su propia camisa. Sin más ropa ni comida la niña se detuvo en un prado y dirigió la mirada hacia el cielo estrellado. De repente apareció un enorme resplandor, como si las estrellas hubiesen decidido caer del cielo. Decenas y decenas de monedas de oro comenzaron a llover a sus pies mientras que un cálido vestido arropó su cuerpo. Desde aquel día la pequeña no volvió a ser pobre nunca más y no volvió a pasar frío.
FIN
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